martes, 21 de abril de 2009

Ángel de la muerte

¡Maldita tarea! ¿Cómo se podría decir que éste era un trabajo para un ángel? Estaba agotado. Quería gritar, sacar toda la furia que llevaba dentro y sin embargo estaba ahí sentado, sus dedos tamborileaban sobre la guadaña que llevaba en su mano derecha, estaba esperando solo esperando una nueva señal, que le dijera a donde debía marchar.
¡Alguien debe hacer el trabajo! Se susurraba una y otra vez, pero por que él, precisamente él. Si tan solo aquellos a los que visitaba realmente merecieran morir, su trabajo sería sencillo, sin embargo acababa de arrancar de los brazos de su madre a un bebé. Su cuerpo aún estaba tibio cuando el coloco sus manos frías sobre su pecho y le robo el último suspiro a ese débil cuerpo que luchaba por vivir, aun retumbaba en sus oídos el grito desgarrador de la mujer cuando se dio cuenta que su hijo dejó de respirar.
No pudo más y comenzó a llorar, como tantas otras noches, como casi siempre lo hacía. No, definitivamente hoy tampoco había sido su noche, ¿Quién elegía si debían vivir o no? ¿Cómo saber si realmente era la decisión correcta? Le habían enseñado a seguir órdenes, sin preguntar, sin mirar atrás cuando terminaba una de sus visitas. Pero irremediablemente el dejar lágrimas por cada lugar que se pasa, era desconsolador, insoportable.
No hacía mucho cuando aún sus alas eran blancas, su túnica resplandecía, pero una noche le llamaron, le dijeron que tenían una nueva misión para él, que debía aceptar, que cada uno tenía un destino que cumplir, que para conservar el equilibrio unos nacían y otros morían, sin saber exactamente por qué, simplemente así era y así debía ser. Y que en sus manos estaba el conservar precisamente ese equilibrio… Maldito el momento en el que había aceptado. Recordó que le llevaron a parte y le dijeron que debían eliminar cualquier rasgo de sensibilidad en él, le empezó a carcomer un dolor terrible en el pecho, escuchaba llantos, gritos desgarradores, dolor y mas dolor, pareciera como si toda la felicidad que hasta el momento había vivido se borraba de su corazón, sin saber como sus alas empezaron a perder ese brillo y se empezaron a tornar negras, inconcientemente arrancaba plumas para tratar de dejar solo las blancas, pero cada vez eran menos, empezó a sangrar y las lagrimas brotaron, la habitación empezó a dar vueltas y despertó en una habitación vacía, inocentemente creyó que había derramado tantas lágrimas que le sería imposible volver a llorar entonces sin saber como había tomado por primera vez su guadaña, se vistió con una túnica negra sin saber porque y se dirigió a tomar la primer vida que le habían encomendado… Descubrió entonces que se había equivocado y que aún conservaba tantas lágrimas como para llorar por cada vida, como la de ese bebé, que tomaría…
Entonces una luz apareció, se levanto, aliso la túnica, sus dedos dejaron de tamborilear y con fuerza aferro la guadaña, reviso su filo, elimino algunas gotas de sangre y empezó a caminar, una mueca se dibujo en su rostro, casi se podría decir que era una sonrisa…después de todo no sería tan mala noche, caminaba despacio, quería saborear el momento, parecía que no tenía prisa, pero dentro de él sabia que el momento indicado sería cuando él llegara, ni antes ni después, él siempre llegaba a tiempo… Se detuvo junto a lo que parecía un cuerpo, ladeo la cabeza, no era tan grande, pero bien sabía que con éste no tendría misericordia, a éste si le arrancaría el miedo de los ojos, espero a que despertara y entonces se vio reflejado en esos ojos temerosos, le dedico una sonrisa, y entonces el hombre empezó a llorar, cuan justa es la vida, aquellos que temen a la muerte es porque realmente no han vivido… Tomó su guadaña, la levanto, empezó a escuchar suplicas, pero si no se había detenido hacia unos momentos no lo iba a hacer ahora y de un solo tajo tomo su vida, un grito rompió el silencio, una risa salio de lo profundo de su ser, estos momentos si que los disfrutaba…
Justo en ese instante pasaron a su lado dos ángeles, de aquellos a los que el había pertenecido, con alas blancas y túnicas resplandecientes, llevaban entre sus manos al bebé que él había visitado antes, y se veía tan pleno, tan feliz, se detuvieron frente a él, le miraron con respeto, agacharon la mirada hacia donde estaba aquel al que acababa de asesinar, pero solo coloco su guadaña encima y con voz grave dijo, ¡éste no, éste es mío! Ambos ángeles se giraron, le temían, pero el sabía que también le respetaban, pues ellos no tenían el valor de hacer su trabajo.
Y entonces se agacho, coloco sus manos frías sobre el cuerpo de aquel hombre que aun intentaba respirar y entre estertores dolorosos le arranco el último suspiro, tratando de hacerlo lo mas despacio posible, demostrando que podía ser lo mas insensible que se pueda imaginar y después solo aguardo, de las sombras surgieron pequeños seres deformes, que destrozaron el cuerpo y se lo llevaron, sabía que lo que él había hecho solo era el principio y que sufriría castigos inimaginables y él no haría nada por evitarlo…
Entonces se sentó, sus dedos volvieron a tamborilear, ¡Maldita tarea! ¡Maldito el momento en el que acepto esa maldita tarea! Pero nadie puede escapar de su destino, ¿quien decide? él no lo sabe, pero hace bien su trabajo. Una luz se distingue a lo lejos, se levanta y se siente más cansado que nunca. Sin embargo aferra su guadaña, debe conservar el equilibrio, debe seguir su destino sin preguntar, sin mirar atrás, simplemente cumplir con su trabajo, después de todo alguien debe hacerlo y él, él era el indicado para eso, después de todo él era el Ángel de la Muerte.

3 comentarios:

  1. Familia uno mas!! pero creo que me excedí y esta demasiado largo...
    Así que espero lo lean y no se duerman ...
    Un beso, les extraño mucho y les quiero aun mas...
    Lunita aqui seguimos en espera...
    Besos y abrazos.

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  2. Nooooo!!!
    No te has excedido, simplemente te has superado!!!
    Que bello, pero que bello hermanita, como me gusta leerte!!

    Yo también los extraño... mucho...
    Y a tí también.

    Seguimos acá, claro que sí Lupis, y seguiremos siempre!!

    Sorry por mi ausencia, pero acá estoy y acá me quedaré contigo.

    Besos, abrazos y apapachos.

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  3. No puedo entrar, necesitan volverme a invitar por favor, si es que son administradoras. Las quiero y las extraño. En cuanto resuelva esto volveré a escribir por acá. Besos nenas. Y mil gracias por continuar.

    Son sencillamente un amor de personas.

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