jueves, 8 de enero de 2009

El rey de la ventana

Se cuenta que hace algunos años vivía un rey en un pequeño castillo, en una ciudad oscurecida por el polvo levantado por tanto tráfico de carros de mulas, y aunque era un castillo pequeño su hermosura no dependía del tamaño sino del amor que se notaba tan solo con pasar por ahí, y es que debo contarles que el rey no vivía solo, pues tenía por compañía al pequeño príncipe, el cual se encargaba de hacer de la vida de todos cuantos le rodeaban una aventura y es que se les podía ver corriendo por el bosque persiguiendo conejos, o bien sentados en el jardín en actitud contemplativa, aunque se notaba que el príncipe entreabría los ojos y cuando descubría que el rey estaba concentrado saltaba sobre él y entonces las risas llenaban el bosque, se podría decir que eran completamente felices. Pero lo que muy pocos sabían es que por las noches después de que el rey terminaba de firmar varios manifiestos para mantener la paz, armonía, economía y todo lo demás que conlleva administrar un reino, pasaba a la habitación del príncipe, le leía un cuento “El escarabajo de oro” de un hasta entonces desconocido escritor apellidado Poe, pero que le encantaba a ambos, y entonces cuando el príncipe cerraba los ojos y se aseguraba que estuviera dormido, el rey salía de la habitación, llegaba a sus aposentos y se dirigía a la ventana, contemplaba la luna y en silencio lanzaba dos pequeños besos, cerraba los ojos y derramaba lagrimas que brillaban bajo la luz de las estrellas, era desolador verlo de pie, con las manos sobre el marco de la ventana, la cara bañada en lagrimas y el corazón destrozado. Casi siempre le sorprendía la mañana ahí, hasta que escuchaba los pasos del príncipe por el pasillo y entonces las lágrimas se convertían en sonrisas.
Sucedió entonces que una noche al llegar a la ventana, el rey noto que dos retoños de rosa empezaban a brotar y justo en el momento en que se inclinaba a inspeccionarles, a lo lejos unos pasos resonaron en el jardín, instintivamente el rey saco la espada, pero al distinguir la silueta, esta cayó de sus manos, una sonrisa asomo a su rostro, corrió escaleras abajo y abrazo a la pequeña princesa, a la que no veía desde hacía años, le contemplaba embelesado, jamás había visto rostro tan hermoso, le abrazo llorando y riendo a la vez, llamó a gritos al príncipe y entonces en ese mismo instante uno de los retoños de la ventana floreció. Todo el pueblo celebraba con su rey, con el príncipe y la princesa, llegaron incluso personajes de otros reinos, algunos con banderas tricolores, otros con el corazón escarlata y unos mas con lunas bordadas en las capas, los festejos se alargaron varios días, incluso meses después aun se respiraba el ambiente festivo. Sin embargo nuevamente al caer la noche, después de dar los besos y contar los cuentos respectivos, el rey otra vez llegaba a la ventana, derramaba lágrimas y lanzaba ahora un solo beso porque aun faltaba un retoño por florecer y es que en un reino lejano, se encontraba otra pequeña princesa a la que el rey anhelaba tener también entre sus brazos. Desde entonces y hasta ahora continúa esperando, todos podrán olvidar su cara, incluso su nombre, pero él seguirá siendo: El Rey de la Ventana. Seguiría esperando, suspirando cada noche, aguardando el instante en el que esos pasos resonaran en el jardín, pero ya no habría lágrimas, puesto que ahora se daba cuenta que tarde o temprano, vería la silueta amada, atravesando el bosque para llegar hasta donde le esperaba con los brazos abiertos. Mi historia aún no tiene un fin, puesto que el rey continúa en espera, más el tiempo es sabio, la esperanza no debe perderse, tarde o temprano esa princesa extraviada volverá y entonces podré decir: Y vivieron felices para siempre.

5 comentarios:

  1. Mi niño, dude publicarlo, pero creí que sería más sencillo que lo pudieras leer aquí, que en un correo, es la primera vez que escribo un cuento, espero te guste, es un pequeño regalo, para ese pequeño angelito que debe estar a tu lado leyendo.
    Te quiero corazón, sabes que a la pluma le coloque tinta de sangre, arrancada desde lo profundo de mi ser... No sé si quedo bien, pero bueno lo intenté, ahi quedo mi regalo. Besos mi niño, besos mis niñas que les quiero a montones ...

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  2. Lupita.
    En casa de mi madre mi hija te ha leido, mi hijo te ha leido...yo he leido...

    No sé como agradecerte...

    Espero que esas lágrimas de felicidad de mis niñitos y mías propias, perduren eternas en la formidable caricia que tus letras traen.

    Mi niña sabe de tí ahora, sabe de Sonita, sabe de Patyta y les ha leído y está contentísima...igual que yo.
    Agradece con su padre la muestras de cariño, sus palabras y su bienvenida.

    Me gustaría creer en su Dios...posiblemente él les ha inspirado...Gracias!

    Mil gracias!
    Les amo!

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  3. Lupita sin palabras, eres un amor de persona.

    Precioso lo que escribiste.

    Y ahora que sabemos que nos leeeennn je je pues muchos cariños y besos a esos lectorcitos tan especiales.

    ¡Smuachitos para todos!

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  4. Ay Lupita es que me caen lágrimas, es que es tan tan tan lindo el cuento, ¡snif!

    Os quiero mucho a todos.

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  5. Lupis, esto que escribiste es maravilloso, me he quedado sin palabras y con lágrimas en los ojos... es un cuento tan bonito... tan bonito!!!

    Sé que pronto podrás contar el final.
    Se escuchan a lo lejos los pasos de la princesita perdida... sé que muy pronto estará con el rey y sus pequeños principitos...
    Estoy segura!!!

    Solo resta esperar un poquito más corazón, solo un poquito para el final del cuento...

    Te quiero mucho!!!
    Te queremos mucho!!!
    Los quiero!!!

    Besos a los principitos!

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