Deshojándose una a una lentamente,
en el último vuelo agonizante
de aquella oscura y lóbrega noche
fueron desprendiéndose mis plumas.
Desgarraban gajo a gajo su esencia,
perpetuaban el dolor en la conciencia.
Y a pesar de todo, mis alas no sangraban.
Y por ser insoportable el tormento,
recogí mis alas en pleno vuelo,
dejé que el viento me arrastrara,
hasta estrellar mi cuerpo y
… convertirme en nada.
Ahora que todo acaba,
Ahora que la muerte envuelve mi alma.
Ahora… mis alas sangran.
Hola corazón.
ResponderEliminarLinda continuación.
Las plumas a veces se cansan de remontar, de atarse al cielo y horadar sueños y montañas. Lo indecible es que no hay ala que no sobreviva, aún sin quererlo.
Bechu!
Gracias corazón por estar siempre... por ayudarme... por apoyarme en esta locura de escribir... por enseñarme a ser libre con las letras... por todo...
ResponderEliminarGracias!!
Te quiero!