Aquello que casi tocan mis dedos

¿Sabes cómo me siento? y esto lo digo preguntándome a mi misma, como si fuera a bajar del aire esa incógnita suspendida y abriera una misteriosa y profunda puerta que me dejara entrever un asomo de respuesta.

Creo que mis dedos ya no quieren alzarse hacia arriba, es como si en el fondo supieran que jamás tocarán esa estrella, y giro mis manos para verlas mejor, las acerco a mis pupilas y es entonces cuando una tristeza me embarga, yo no quiero pero la lágrima siempre me hace traición y sin permiso resbala...creo que debería empezar a acostumbrarme a que mis pestañas no tienen capacidad de sujección para mis lágrimas.

Y es que soy inconsciente cuando me dejo dormir, cuando me abandono al sueño y creo...yo siempre creo...pero a veces el párpado es traidor (como la lágrima) y se abre para mostrarme un despertar...entonces es cuando mi piel se hunde en profundísimos extrañares, y es cuando mis dedos son conscientes de que la estrella no la pudieron tocar...ellos pensaban que la estaban tocando pero al despertar...

A veces preferiría no saber de la realidad, mejor es fugarse a esos mundos donde todo lo que uno anhela existe...ojalá siempre existiera, ojalá un instante fuera una perpetuidad, entonces aquello que el corazón siente, aquello que le hace existir, latir y palpitar sería eterno...y yo quiero que sea eterno, aunque sea en sueños.

Mantendré la creencia, creo en esa eternidad y por supuesto en el sueño, y aunque ahora mismo ni yo sepa quien soy, ni que hago, ni a dónde voy, si sé que aquello en lo que creo es eterno y eso si que quizá algún día lo lleguen a tocar mis dedos...¡mi sueño!.